Una historia de valores y sentimientos
La Cooperativa de los zapateros
El año en que la Cooperativa San Crispín de Alaior fue fundada, la situación económica de nuestro país se encontraba sumergida en una época durísima, afectada de lleno por la posguerra. En el conjunto de Menorca se dibujaba una situación social, económica y laboral de penuria tremenda y persistente. Fue a raíz de estos hechos que el gremio de la piel decidió estudiar el caso del comercio en Alaior para combatir la debilidad económica de los trabajadores del calzado, que no les permitía vivir dignamente en un entorno comercial y económico. Por ello se pusieron en marcha con el establecimiento de una semilla cooperativista que les permitiera cooperar y fraternizar.
Después de varios trabajos iniciados durante la primavera, el 13 de junio de 1953 quedaba constituida la Cooperativa de Consumidores San Crispín en un acto celebrado en el Cine España. Antoni Cardona fue su primer presidente y se convirtió en un elemento estimulador del cooperativismo no sólo en Menorca sino en Baleares y en todo el país. En 2018 fue nombrado hijo predilecto de Alaior.
Los primeros años
Entre los años 1953 a 1960, la Cooperativa se abrió a todos los consumidores en general, abriendo tiendas en diferentes municipios. De hecho, entre 1961 y 1976 llegó a tener hasta cinco establecimientos abiertos en Menorca. ¿Sabías que se constituyó con una cuota de 35 pesetas por socio? Una cooperativa no deja de ser un grupo de personas que se agrupan voluntariamente para llevar a cabo una actividad económica mediante una empresa de propiedad conjunta y de gestión democrática.
Este fue la hoja de ruta que guió desde sus inicios en San Crispín y cada vez más y más personas, se fueron incorporando a la entidad para poder hacerla más fuerte y sostenible, convirtiéndose en la única y mayor cooperativa de consumidores de Menorca y de Baleares
Gestión basada en valores
La razón de ser de San Crispín a lo largo de todos los años de su existencia ha sido siempre ofrecer una compra diferente, basada en valores y en una voluntad propia de querer impactar directamente en nuestra comunidad. Por eso, no se han priorizado nunca los beneficios económicos sino los sociales, ofreciendo a los pequeños productores locales una ventana abierta para dar salida a sus productos y contribuyendo, de esta manera, a la economía local.
Pero también estableciendo convenios con entidades sin ánimo de lucro para estar a su lado, ni que sea obsequiándoles con productos a coste cero para que puedan sacar adelante sus proyectos.